En todos los años que he pasado en Tokio, Shinjuku es siempre uno de los barrios a los que por una razón u otra, siempre se acaba yendo. Es uno de los lugares más habituales para quedar con amigos, es también uno de los lugares con más comercios, restaurantes y zonas de ocio que se pueden encontrar en esta enorme metrópolis. También hay enormes y espectaculares parques, como el Shinjuku Gyoen del que os hablé en el año 2008. Es una de mis visitas más recomendadas en Tokio. Ahora veo ese artículo, escrito hace ya quince años y me da vértigo el tiempo que ha pasado. Tengo fotos mucho mejores de todo el parque, y también algún paseo recorriéndolo entero.
En el artículo que publiqué en el año 2008 aparece Pascal Venturelli ofreciendo uno de sus espectáculos al aire libre.
Lamentablemente falleció en el año 2010. No tuve la suerte de pasar más tiempo con él y conocerle mejor, pero me entristeció cuando un amigo común me contó la mala noticia. A veces tengo la sensación de que todo lo que me gustaba de Tokio y todas mis experiencias allí poco a poco desaparecen con el paso de los años. La mayoría de los restaurantes que más me gustaban ya han cerrado o han cambiado mucho, hay multitud de nuevos edificios (sobre todo rascacielos) que cambian completamente un lugar que frecuentaba mucho… y bueno, supongo que esto es normal, pero tengo la sensación de que en Tokio todos estos cambios transcurren mucho más rápidamente que en ninguna otra ciudad que haya visto. En cualquier caso, eso es un asunto para otro artículo. Volviendo a Shinjuku, en el paseo que os traigo en este artículo visito la siempre emocionante Kabukichō con todos sus carteles, neones, bullicio y todos esos locales dedicados a lo que ya sabemos todos. Saliendo de ese barrio, me voy al lado Oeste de la estación pasando por el túnel bajo la línea Yamanote, Chūō, Chūō-Sōbu y muchas más, en donde están las pequeñas pero muy densamente animadas calles de Omoide Yokochō, un lugar lleno de pequeños bares con mucho ambiente y de los pocos que quedan en Tokio en donde aún se percibe cómo eran las cosas hace muchos años. Aunque algunas veces he estado ahí con amigos tomando algo, no suele ser uno de los lugares a los que vaya a menudo pero siempre me gusta disfrutar del ambiente que se respira en este lugar de calles imposiblemente pequeñas y locales tan auténticos. Te dejo con el vídeo para que lo compruebes tú mismo.