El pasado mes de agosto, viajé con mi familia de Madrid a Tokio. Sí, sé que no era el mejor momento para dar este salto, y menos con un bebé de un año de edad. Si hubiera podido elegir, no lo hubiera hecho. Pero no pude elegir, por circunstancias personales familiares que no voy a compartir aquí, era un viaje que había que hacer. Esto forma parte de tener familia en ambos lados de este viaje. Había vuelos, y en ellos nos vinimos a Japón. En este artículo voy a explicar cómo fue esa experiencia en estos tiempos tan duros que vivimos.
Como no hay vuelo directo entre Madrid y Tokio en este momento ya que Iberia los ha cancelado temporalmente, como muchos otros, tuvimos que elegir vuelos con escala en una capital europea. En aquel momento, la opción más lógica parecía Londres Heathrow, simplemente porque ese vuelo salía pasadas las 19 horas de la tarde, y eso nos venía bien para que nuestra hija de un año pudiera dormir y pasar este trance lo más rápido posible. Nunca antes había viajado con un bebé, y esto es sinceramente lo que más me preocupaba. Esto, y obviamente el virus. Ambas preocupaciones resultaron no estar bien fundadas, porque mi hija durmió casi todo el vuelo tal y como planeamos, sin llorar ni molestar a nadie. En cuanto al virus, me tranquilizó saber que todo el aire en el interior del Avión se renueva completamente cada tres minutos, con aire que entra por los motores, se calienta obviamente mucho (matando cualquier cosa que pudiera haber) y luego introducido en la cabina tras filtrarse con los mismos filtros que se utilizan en quirófanos de hospital. Como el aire fluye de arriba a abajo, generalmente no se transmite lateralmente y por lo tanto es difícil que alguien a tu lado pueda contagiarte algo, aunque también se puede decir que imposible no es. En cualquier caso, está claro que volar en Avión en estos tiempos se puede considerar seguro. Pero yo tuve una sorpresa que no me esperaba, y es que siempre hay gente que vive la vida a su manera, sin pensar en los demás, ignorando absolutamente todo porque… bueno, porque son así, y todo lo que no tiene que ver con ellos, les da exactamente igual. Este tipo de personas existen y lo hacen en cualquier cultura. Pero paso a contar esa parte de la historia un poco más adelante.
Iberia vuela a Londres estos días con varios aviones, pero en una de las rutas utiliza el Airbus 330 o el nuevo 350. Quería que me tocase el 350, pero finalmente fue el 330 el que utilizaron. Si te preguntas por qué utilizan un avión tan grande (el más grande que tienen ahora mismo) para ir al aeropuerto de Heathrow en estos tiempos en los que es difícil llenar un Avión por razones obvias, es normal. Yo me hice la misma pregunta. Según pude investigar, parece que utilizan estos vuelos para capacitar tripulaciones, es decir, entrenar empleados de cabina, pilotos etc en nuevos modelos de Aviones. Me pareció lógico pero aún así no me deja de sorprender que en una época en la que las compañías aéreas pierden dinero, salga a cuenta pagar el coste que supone llevar un A330 en lugar de un A320 a Londres, sobre todo en combustible. El Avión que utilizamos, por supuesto, iba bastante vacío, como al 25% de su capacidad, quizás menos. Teníamos varios asientos para nosotros. El siguiente vuelo sería en un Boeing 787 de Japan Airlines, y estaría aún más vacío.
Todo el vuelo de Madrid a Londres fue muy bien. La niña no lloró a pesar de ir despierta, ni al despegar ni al aterrizar, cuando los cambios de presión pueden hacer que le duelan los oídos. No hubo turbulencias ni hubo ningún tipo de control en absoluto para subir al Avión, Aparte del hecho de llevar mascarilla, todo se desarrolló normalmente, simplemente fuimos a la puerta que nos tocaba y cuando llegó la hora, nos hicieron subir sin más. Se podrían haber puesto geles hidroalcohólicos a mano, se podría haber comprobado la temperatura rápidamente con una de esas cámaras térmicas, o los termómetros que no requieren contacto. Pero no hubo nada de eso. Sin embargo, la situación al llegar al aeropuerto de Heathrow en Londres fue aún menos cuidadosa, para mi sorpresa. Al llegar, simplemente bajamos del avión y caminamos por los pasillos de una terminal 5 totalmente desierta. Sólo estábamos los que habíamos salido del Avión de Madrid, y un par de empleados de limpieza del aeropuerto. Al llegar a la ventanilla para preguntar dónde estaba la puerta de embarque para el siguiente vuelo y que nos dieran los billetes de embarque de Japan Airlines, la chica que nos atendió muy amablemente no tenía mascarilla puesta. La llevabam pero bajada en la garganta, a pesar de estar hablando con nosotros directamente. Por otro lado, la comunicación entre Japan Airlines e Iberia al ahora de tratar clientes que compran en la web de Iberia, es inexistente; En la web nunca pude elegir el asiento del vuelo con JAL, y en el aeropuerto de Madrid nunca conseguimos que nos dieran tarjeta de embarque para ese vuelo. Todo se tiene que hacer al llegar a Londres. Lo que si comprobaron los empleados de Iberia en Madrid es que tenía permiso de residencia en Japón, requisito sin el cual no pueden dejar volar porque Japón no admitía en agosto (ni ahora) viajes de turismo. En cualquier caso, ya habíamos comprobado con la embajada antes del viaje que podríamos entrar en el país.
La chica de la ventanilla de transfers en Heathrow nos dio por fin las tarjetas de embarque tras varias llamadas telefónicas y comprobar de nuevo mi permiso de residencia y los pasaportes de los tres, y nos dijo dónde teníamos que ir. Cruzamos los controles de seguridad, y curiosamente nos hicieron descalzarnos a mi mujer y a mi, y caminar descalzos por un suelo francamente sucio. Esto, que ya no nos parece muy higiénico incluso si estuviera limpio, nos llamó la atención, pero lo que más nos llamó la atención a los dos es que de los tres empleados que había allí a un par de metros de nosotros, dos no llevaban mascarilla apuesta. El tercero que sí la llevaba, fue el que nos cacheó después de caminar descalzos. Todo estaba en regla, y nos dieron paso al pasillo que lleva a la puerta de embarque. De nuevo, no había un alma en toda la terminal.
Al llegar a nuestra puerta de embarque, descubrimos por qué. Sólo había un vuelo de salida, y ese vuelo era precisamente el nuestro. Nunca fue tan fácil encontrar mi vuelo en una pantalla.
Durante la espera, los empleados de Japan Airlines nos atendieron a todos los pasajeros que fuimos llegando poco a poco en nuestros asientos, en lugar de hacernos hacer cola. Aquí sí, por primera vez, nos tomaron la temperatura. Se nota que empezábamos a entrar en Japón aunque aún estábamos en el Reino Unido.
Todo en regla, nos hicieron subir al Avión, que despegó inmediatamente. Éramos 42 pasajeros en total según nos contaron, por lo que teníamos para los tres toda una fila de asientos del Avión, además de la atención de las asistentes de cabina, que se pirraban por nuestra hija, regalando juguetitos, preguntando si necesitamos cualquier cosa cada pocas horas, todo un lujo. El despegue en el B787 muy tranquilo, sin esperas de ningún tipo, algo que no me ha pasado nunca en LHR, que creo que es el aeropuerto más ocupado del mundo en condiciones normales.
Sin embargo, hubo una nota negativa… un señor sentado justo en la fila de atrás al que básicamente todo se la traía al fresco; la mascarilla, la comodidad de los demás… fue así durante todo el viaje.
Nada más subir al Avión, este señor se quitó la mascarilla bajándola a su garganta. Se lo dije a los asistentes de cabina nada más despegar, y hablaron con él. Se puso la mascarilla, y literalmente 1 minuto después de esa conversación, se la volvió a quitar sin más. Volví a quejarme, y la asistente me dijo que hay pasajeros con necesidades especiales de salud o que van a comer y beber que pueden no llevar mascarilla. Este señor no estaba comiendo nada, ni bebiendo nada, y no parecía que tuviera ningún problema para respirar en absoluto. Por eso interpreté el mensaje como un mira, ya se lo hemos dicho y no quiere cooperar, deja de darnos la brasa con esto porque no vamos a hacer nada más. Me callé. Tuve claro que tendría que pasar la mayoría del vuelo con un señor que no quiere usar la mascarilla al lado de mi familia. La verdad, es que lo pasé mal pensando en las posibles consecuencias, porque mi hija no puede llevar mascarilla. Sé que probablemente estoy exagerando, pero este tipo de comportamientos en un momento como este, simplemente me sacan de mis cabales. Aún así, conviví con esto durante todo el viaje. Después de terminar la cena, justo antes de que apagaran las luces de la cabina para invitar a dormir a quien quisiera hacerlo, este señor decidió encender la luz del techo para leer, que ilumina mucho también alrededor, e inmediatamente después se tumbó en sus tres asientos, utilizando la mascarilla como antifaz. Fue literalmente así, encendió la luz sólo para tumbarse y dormir con la mascarilla en los ojos. Aquí tengo la foto del señor detrás de mi asiento.
Esto me dejó claro que a este tío simplemente los demás le importan muy poco. Fue el único pasajero de todo el Avión que vi sin mascarilla y con las luces de lectura encendidas. Ninguna de las asistentes que había en cabina toco la luz de lectura. Al menos, nos dejaron utilizar un cojín inflable que teníamos para poner entre el asiento delantero y el propio para poder hacer una pequeña cama de bebé, porque nuestra hija con un año ya no cabía en la cuna de la cabina. Nos dijeron cuando lo vieron que eso no estaba permitido dentro del Avión, pero que en este caso harían una excepción y nos dejaban utilizarlo porque nuestra hija ya estaba dormida encima y no querían despertarla. Todo esto y el señor atrás con la luz encendida fue todo bastante surrealista, pero fue literalmente lo que ocurrió.
El resto del vuelo fue muy tranquilo, tan largo como siempre y sin turbulencias de ningún tipo. Las fotos a través de las ventanas oscurecidas eléctricamente del B787, quedan con un color interesante.
Al llegar a Japón unas nubes preciosas nos recibieron justo antes de aterrizar en el Aeropuerto de Haneda.
En Haneda, nada más bajar del Avión, empezó el espectáculo; No había más pasajeros de otros vuelos, aunque vimos que en una hora llegaban Aviones de EEUU, en donde ya estaban mucho peor que en Europa en cuanto a los números del Coronavirus.
Nos hicieron escribir en un papel si habíamos tenido síntomas típicos del nuevo Coronavirus (tos, fiebre, falta de olfato o gusto etc) y después nos separaron en varios grupos. Nos dieron un pequeño tubo de ensayo de laboratorio con una línea roja aproximadamente en un tercio de altura desde la base. Según las instrucciones, había que escupir en el tubo y llenar de saliva hasta esa línea. Como no se puede conseguir algo así con un bebé, para ella tomarían una muestra de su nariz, es decir, la prueba PCR incómoda, aunque ella nunca se quejó de nada. Después de esto una nueva cola, en donde nos volvimos a encontrar con nuestro amigo el señor al que tordo lo daba igual, de nuevo con la mascarilla en la garganta, cerca de la gente, como si todo esto no fuera con él. Al terminar la cola, en tres mesas había tres equipos de personas que nos tomaban los datos de contacto (email, teléfono, LINE etc) y nuestros planes de estancia en Japón para las primeras dos semanas; dónde íbamos a hacer cuarentena, dónde íbamos a ir después etc. Todo estaba explicado en japonés y en inglés en hojas que nos iban dando por el camino.
Tras dar los datos esperamos unas tres horas y nos dieron los resultados de las pruebas. Todos negativo, menos la niña, que había salido inconcluso y tenían que repetir la prueba, aunque afortunadamente no era necesario tomar una nueva muestra. Nos hicieron esperar una hora y media más, y ya de noche, nos dieron el resultado negativo. Este es el papel que les dan a los que la prueba sale negativa. Todas las pruebas fueron gratuitas para nosotros.
Con todo, pasamos casi cinco horas en esta ala casi vacía del aeropuerto de Haneda, terminal 3, la de vuelos internacionales.
Después de esto, pasamos directamente a aduanas, en donde comprobaron nuestros pasaportes y mi permiso de residencia, nos pusieron el sello e hicieron esperar de nuevo en una sala. No había ningún pasajero más.
A los diez minutos salimos de esa sala directamente a la calle, y tomamos un transporte privado preparado por el gobierno, aunque pagado por nosotros, para ir hasta el piso en Shinjuku en donde después hicimos dos semanas de cuarentena, saliendo sólo para comprar comida cuando era necesario. El coste de un paseo de 20 minutos en coche fueron 15000 yen, es decir, unos 130€ que me dolieron en el alma… pero que era la única manera permitida de salir del aeropuerto esa noche si nadie venía a buscarnos a nivel personal.
Esta es toda la odisea. Yo pensaba que esto había sido bastante duro de por si, pero luego viendo hilos en Twitter de cómo son las cosas para entrar en China, creo que puedo decir que las condiciones para entrar en Japón son bastante laxas. Las condiciones para entrar en España, son simplemente inexistentes. En China me consta por conocidos que lo llevan hasta el último extremo de precaución. Japón está en un punto medio entre lo que se hace en China y lo que se hace en España. En China, uno debe hacerse una prueba 72 horas antes de tomar el vuelo, que la embajada de China la compruebe y selle, un requisito que ahora pide también Japón y que no me pidieron a mi en agosto. Además de eso, en China al llegar hay que pasar una o dos semanas en un hotel designado por el gobierno y pagado por el inquilino (como mi «taxi» de Haneda a Shinjuku) y reportar temperatura dos veces al día, además de que te la tomen en tu habitación, de la que no se puede salir bajo ningún concepto, todos los días. Allí la gente en el Aeropuerto, etc van vestidos como astronautas, con trajes protectores muy aparatosos… todo eso no se hace en Japón. Si te interesa la historia, en este hilo de Twitter la tienes completa. Desde luego, mi caso fue mucho menos duro comparado con eso. Lo que me sorprende es que en España no haga falta ninguna prueba para entrar si tuviera que volver ahora. Comentando con amigos me dicen algunos que no sería muy efectivo, pero si miramos los números de contagios importados en China con sus 1200 millones de personas o en Japón con sus 128 millones de habitantes, creo que es necesario… o al menos, es mejor eso que no hacer nada. Pero eso, cuando doy mi opinión sobre lo que creo que debería hacerse o dejar de hacerse para controlar el tema del nuevo Coronavirus, simplemente me siento así. Eso hace que a menudo simplemente prefiera callarme.